Seguí a Joaquín Pasos
de escabroso e incierto rumbo,
crucé la calle de la acera triste y el reloj público
(la estación de las miradas)
y habité Tremol-Hotel.
Deambulé en sus corredores y escudriñé sus ventanas
pregunté a las puertas y golondrinas por él
ni jóvenes anabaptistas, ni putas de cera estaban.
Desaparecido, desapercibido le seguí el paso.
Cayó la noche
y esperé al vecino de mesa que da los buenos días todas las mañanas
esperé en el comedor de malva y oro
esperé que sacaran a bailar a Zurita.
En el pequeño cuarto de Tremol-Hotel, no tuve descanso
atentos mis oídos querían escuchar fantasmagóricos pasos
y en mis pupilas palpitaron avisos intermitentes que se encienden
/y se apagan.
Por la mañana con ojos petrificados, aliento sesgado,
cuerpo abatido y orejas mutiladas, desayuné malvaviscos;
antes de partir, frente a mi puerta
encontré memorable recuerdo impregnado en tarjeta postal.
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1 comentarios:
Me gusto mucho poeta. Continua escribiendo de esta manera. Saludos.
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